Pausa

Alguna vez leí que la causa de mayor estrés (o stress, bla) es mudarse. Y bueno, el sábado 27 del corriente debo dejar mi hogar que me vio crecer por once años para trasladarme a un lugar más lindo, más grande y más feliz. Sin embargo eso no significa que no vaya a extrañar mi casita: hace días que me agarran ataques de abrazar paredes (cualquiera, sí) sobre todo cuando me estoy bañando y tengo a los azulejos celestitos tan cerca de mi ser. Notese que mi lugar preferido de esta casa es el baño, que, además, supongo que va a ser al que más me cueste adaptarme ya que para relajarme en el trono (ai q asquito) tengo que estar cómoda y en confianza (o sea, no puedo cagar en cualquier lado).
Hace una semana empezamos a embalar: quilombo, obvio, no encuentro un carajo. No solo no tengo idea a donde fue a parar mi ropa sino que mi mamá embalo los paraguas antes de la tormenta de esta semana (cuac) y además hoy me quedo sin heladera porque “el gas tiene que descansar por 48 hs para que no se rompa y blabla”.
En medio de todo esto, vivir.
Lo peor es que la propiedad nueva no va a estar lista hasta dentro de 15 días, ergo, dos semanas en lo de mi viejo para no entorpecer a los obreros buuuu. Así que queridísimos amigos, le voy a tener que poner un stand by a esto, el dial up no es mi amigo y mi padre se rehúsa a la banda ancha.. Por lo que el blog solo será escrito desde infernales cybers, probablemente sentada entre alguien jugando al CS y un pajero escondido viendo fotos en bolas de Luciana Salazar.
Extráñenme y no cierren con llave que ya vuelvo.